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Cubos blancos
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“¡Soy Esteban Oliveros! Tengo 35 años y soy ingeniero electrónico de la Universidad del Valle. Soy especialista en Ciudades Inteligentes y Nuevas Tecnologías de la Universidad Externado y fundador de la Política de la Felicidad desde 2010, cuando inició la Ola Verde con Antanas Mockus”.

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Desde pequeño, me ha gustado primero entender para hacer. Siempre fui un niño muy inquieto y ahora comprendo que los controles que desarmaba en casa tenían una explicación: mi curiosidad investigativa venía desde entonces. Soy caleño de nacimiento y mis raíces provienen de Bolívar - Valle y Candelaria. Así mismo, viví una temporada en Buga, en donde finalicé mis estudios de bachillerato. Soy baterista aficionado y creo firmemente que la ingeniería tiene la capacidad de solucionar nuestros problemas sociales.

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Como estudiante de ingeniería, fui miembro de dos grupos de investigación; uno de biocombustibles y otro de sistemas inteligentes. Tiempo después, fundé dos emprendimientos de base tecnológica. Por lo tanto, comprendo la importancia de los emprendedores en nuestro engranaje social. Siempre he estado motivado por fusionar las nuevas tecnologías para encontrar formas distintas de hacer las cosas y por eso creo que la ciencia tiene todavía mucho más para aportar en beneficio de las ciudades y su gente.

 

Fui uno de los creadores del nuevo Departamento TIC de la Alcaldía de Cali, donde ejecuté 12 mil millones de pesos como Subdirector de Innovación Digital. Con este presupuesto, logramos hacer 40 zonas Wi-Fi gratis en la zona de ladera y en el distrito, donde la gente menos favorecida logró tener acceso a internet. Con esto pude comprobar que la tecnología sirve para mucho más que arreglar las impresoras y la página web. Así mismo, en el 2021, lideré el proceso de diálogo durante el paro nacional, en el Gobierno de los Ciudadanos de Jamundí.

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Hoy, soy un ingeniero metido en política y en ocasiones me pregunto: ¿Qué hago aquí? ¿Qué hace un ingeniero en la política? Recuerdo hace 13 años, cuando estaba en Univalle comiendo salpicón debajo de unos árboles. Apareció un flaco de unos 20 años; me entregó un volante y me dijo: ¡Con educación vamos a cambiar el mundo! Unos pasos más adelante, lo interceptaron unos encapuchados que querían sacarlo a patadas por hacer política dentro de la universidad. Este joven les propuso debatir sus ideas, pero ellos lo sacaron amedrentado con tres papas bomba.

 

En ese momento, sentí una profunda indignación y entendí que el sentido más profundo de la política es luchar por lo que es justo. Ese flaco de 20 años es hoy nuestro congresista, Duvalier Sánchez. En ese entonces, sólo éramos jóvenes con ideales. Ahora, luego de trece años, logramos sacar adelante la Política de la Felicidad y ganar ese espacio en el poder que nos ha permitido lograr cosas importantes para nuestro departamento.

 

Mockus, fue quien en ese momento nos metió la idea en la cabeza de que la herramienta más poderosa para evolucionar como sociedad se llama EDUCACIÓN. Mientras tanto, en mi maestría, aprendía más sobre sistemas, robots y máquinas que pueden salvar vidas y mejorar las ciudades, pero al salir a la calle, veía como un simple sistema de tres bombillos, no funcionaba.

 

Me preguntaba: ¿En qué época vivimos? Si todo el conocimiento que hay dentro de las universidades no ha podido salir a las calles a solucionar los problemas sociales. Y si vivimos en la época de la tecnología y la inteligencia artificial, pero ni siquiera los semáforos de nuestras ciudades funcionan. Usar la innovación y la ingeniería para hacer nuestras vidas mejores y más felices no es una idea futurista ni soñadora. Es una realidad que existe ya en otros países y que hoy las entidades públicas nos han privado de disfrutar.

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¡Quiero ser diputado! Quiero devolverle la dignidad y la importancia a la Asamblea. Este ingeniero no vino a la política ni por plata ni por puestos. Yo vine a ser útil para el departamento y a hacer control político con argumentos y con carácter. Los políticos han tenido la oportunidad de mejorarnos la vida o de hacérnosla imposible y en esto último, les ha ido muy bien.

 

Mi sueño es tener una silla que no se vende en la Asamblea, para hacer y decir lo que quienes están hoy en el poder, no han hecho ni han dicho. Quiero que todos podamos acceder al conocimiento, porque para eso es la nueva tecnología. No se trata de conectar por conectar; se trata de educar a las nuevas generaciones para que dominen las nuevas herramientas y no que sean dominados por ellas. Se trata finalmente, de combatir la inseguridad con oportunidades. Desde ese momento, en que conocí a ese flaco amedrentado por encapuchados, he sido un defensor de las causas justas y estoy convencido de que la educación sí transforma la realidad. 

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